En diciembre de 2020, la Fedral Trade Commission (FTC) demandó a Meta y la acusó de mantener ilegalmente un monopolio en las redes sociales, escenario en el que la adquisición de Instagram y WhatsApp, habrían sido un factor clave.
Según CeCo la FTC sostuvo que Meta había aplicado la estrategia conocida como "buy or bury" que consistía en comprar o sofocar a emprendimientos rivales antes de que se conviertan en una amenaza. Salió a relucir un mensaje de Zuckerberg en donde afirmaba que: "es mejor comprar que competir", lo que reflejaba una cultura empresarial enfocada en neutralizar de manera temprana la competencia.
El 18 de noviembre de 2025, el juez federal James Boasberg desestimó las pretensiones de la FTC y concluyó que no había encontrado evidencias de que, en la actualidad, Meta ostentara una posición monopólica en mercado.
El fallo giró sobre dos ejes: la definición del mercado relevante y la prueba del poder de mercado, a lo largo del tiempo, por cuanto el mercado de las “redes sociales personales” no puede analizarse de manera aislada. Hoy en día, Meta participa en un ecosistema digital más amplio en el que agentes como TikTok y YouTube ejercen una presión competitiva bastante considerable.
Concluyó el juez Boasberg que la FTC construyó su caso sobre un mercado artificialmente estrecho y pretendió acreditar, la dominancia de META, a partir de una fotografía que daba una visión estática del pasado, una debilidad que se hizo evidente cuando, durante casi cinco años de proceso, TikTok pasó de ser un actor irrelevante a un competidor muy importante.
En los mercados financieros, la reacción a la noticia fue inmediata. UBS interpretó el fallo como una señal de estabilidad regulatoria y sostuvo que el riesgo antitrust asociado a las Big Techs había sido sobredimensionado.
Diversos medios como The New York Times y The Daily Upside, reportaron que la providencia podría reactivar el mercado de adquisiciones, al reducir el temor a que cualquier operación termine bloqueada por la autoridad.
El sector vio esta resolución como una buena señal en un entorno que llevaba años estancado por la falta de certeza jurídica.
En el ámbito académico, la lectura fue diferente. Tim Wu sostuvo que negar que Meta conserva un monopolio en las redes sociales personales implica ignorar evidencia directa: utilidades extraordinarias y sostenidas, la capacidad de degradar la calidad sin perder usuarios y un control estructural difícil de desafiar.
Según Wu, el fallo incurre en un yerro mayúsculo al asumir que el auge de TikTok eliminaba el poder de Meta y confundió la competencia por la atención con la competencia real. Que otra plataforma concentre más tiempo de pantalla no implica que pueda reemplazar las funciones estructurales que alimentan el poder de Meta: sus datos, sus redes personales y sus efectos de red. (Wu, The New York Times, 2025)
Esta precedente representa un punto de inflexión en la interpretación de los mercados digitales y confirma que las decisiones judiciales, sobre competencia, no solo influyen en las partes implicadas, sino que también configuran expectativas, orientan inversiones y reconfiguran la dinámica del mercado.
No obstante, parece que el debate continuará abierto. Solo con el tiempo podremos analizar realmente cómo este fallo incidirá en la estructura del mercado, la competencia y los procesos innovadores.
El caso también evidencia que predecir cambios en el poder de mercado implica cierto grado de especulación y deja lugar a resultados inciertos.
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